Una nueva guerra, más odio, escondido bajo los males del mundo, la sed de sangre y la degeneración del pervertido.
Nuevamente niños muertos, no, niños asesinados. Personas asesinadas impunemente ante la impotencia de la gente. No podemos seguir aceptando que esto pasa y que como pasa lejos no importa. Sí importa.
Aceptar que se puede asesinar a niños es la muerte del alma, del espíritu humano. Hace siglos debíamos haber aprendido la lección pero entre tanto hemos consolidado fronteras, hemos socializado la miseria y la pobreza, hemos reglado el asesinato.
¿Qué más tiene que pasar para que esos políticos, esos terroristas, esos lobbys dejen de hacer con nosotros lo que les plazca?
El fin de esa miseria está cerca, pero aún demasiado lejos.
La paz no es una opción. Es una necesidad y la guerra un jamás.
miércoles, julio 19, 2006
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