Cuando la tecnología cambia los modelos de negocio deberían cambiar también. No siempre lo hacen y no hacerlo puede suponer un error trágico.
Pero no sólo es cambiar, también hay que cambiar para acertar y saber qué cambio es el correcto en cada caso. Con una industria, la cinematográfica, tan pesada y poco dada al cambio, estos cambios pueden ser más que dramáticos. Miles de puestos de trabajo en juego, nuevas oportunidades que puede aprovechar la competencia, o nuevos actores en un mercado ya de por si bastante saturado. En este caldo de cultivo, posicionarse, innovar y atreverse es un riesgo que no se puede evitar.
Pero independientemente de lo que deseemos, los hecho están ahí. Hoy le toca a la música, con el formato mp3, ogg, etc. Es tan evidente el cambio que toda legislación que se haga ahora para evitar que la gente comparta va camino del fracaso y la reprobación de la sociedad. No olvidemos que los consumidores por muy malos que sean y no quieran comprar un disco, en última instancia serán los únicos que comprarán una canción y está en manos de la industria no enojar al que paga.
Dicho esto, pensemos ya en el futuro, porque el turno le llega a la industria cinematográfica (audiovisiual) de contenidos, sean películas, series, documentales, etc.
Todavía les queda un par de años como mucho para cambiar el chip y buscar un modelo de negocio que les rente y sea más atractivo para el usuario que bajarse las películas de Internet vía programas de P2P. El ancho de banda y la tecnología está lista para cambiar el panorama cinematográfico en su distribución e incluso creación.
Pero surgen las cuestiones inevitables:
¿Se debería distribuir la producción cinematográfica por Internet?
¿Y las series?
¿A qué precio...o gratis?
¿Con DRM o libre para copiarlo las veces que queramos?
¿PC o televisión... o ambos fundidos?
¿Qué fórmula podemos encontrar para lograr el beneplácito del caprichoso espectador y que guarde un equilibrio para la necesaria rentabilidad de la industria?
Como decía Javier de la Cueva, “el bien escaso es la atención del público” y la industria tendrá que llamar nuestra atención y darnos, a los espectadores, algo que nos compense por el esfuerzo de nuestra total y absoluta atención. Algo que merezca nuestra fidelidad.
El mundo está ahí, y ahí está Internet. Es el momento de ser valientes y ofrecer lo que la gente está esperando con tanta ansiedad.
Pero ¿qué es eso que quiere la gente?
Lo que es seguro es que quedarse quieto en este momento puede hundir a muchas pesadas y hoy todopoderosas industrias.
Mario Pena (cc) by-sa 2006
lunes, junio 05, 2006
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